Saltar al contenido

Límites: Un Viaje de Autoconocimiento y Libertad

Los límites están en todas partes. Hay muchos tipos de límites: físicos, emocionales, mentales, energéticos, relacionales, intrapersonales, temporales, financieros, digitales… En el ámbito terapéutico, son esenciales para el bienestar emocional y para construir relaciones saludables.

Mi Experiencia con los Límites

Hace años que trabajo en mis límites, en cómo ponerlos de una manera sana para mí. En este viaje, estoy poniendo especial foco en ellos y la verdad es que estoy aprendiendo muchísimo. Estoy experimentando en carne propia cómo poner límites me sana, me libera y me acerca totalmente a mi libertad interior. Y también, cómo cuando no los pongo adecuadamente, mi cuerpo somatiza, mis emociones se disparan y todo se desequilibra.

De todos los tipos de límites, los relacionales son los que más me cuestan. A veces, incluso los físicos.

El Desafío de los Límites Relacionales

He tenido mucha dificultad para poner límites adecuados en mis relaciones. Aprendí a comunicarlos con asertividad, pero me encontré con un problema: cuando mi comunicación verbal y no verbal no eran coherentes, ser asertiva no servía de nada.

Cuántas veces he dicho: «Esto me hace sentir así y no lo quiero, agradecería que fuera de otro modo». Comunicarlo ya fue un gran paso para mí, un alivio. Pero después, cuando la situación se repetía y nada cambiaba, me frustraba. Y aquí está la clave: yo esperaba que, tras comunicar mi límite, la otra persona actuara diferente. A veces pasa, y es maravilloso, pero muchas veces no.

No ha sido fácil reconocerlo y aceptarlo, pero el límite no está fuera, está dentro. De nada sirve comunicar un límite si luego soy yo misma quien se lo salta. Si no me respetan, o siento que no me respetan, está en mis manos tomar otro camino, tomar decisiones. No puedo cambiar al otro, pero sí puedo respetarme a mí misma. No es solo una cuestión de comunicación verbal, sino de coherencia con mis actos.

El Miedo Detrás del Límite

Reconocer esto ha sido un reto, porque el ego es poderoso, inteligente, manipulador. Y sí, hay miedo detrás del límite. No lo siento como miedo directo, pero sé que está ahí. Si no, ¿por qué me ha costado tanto respetarme? ¿Qué pasa si me respeto? Hay un miedo inconsciente a que la otra persona se aleje, a no pertenecer, a que no me quieran.
Ahora mismo me resulta cómico. Por poner un límite sano para mí, ¿la gente no me va a querer? ¿No voy a pertenecer? Pero el amor no va de eso. Y si fuera así, no es el tipo de amor que yo quiero en mi vida. El amor, en su esencia, respeta, comparte, confía.

Cuando el Cuerpo Habla: Cistitis y Límites

Mi cuerpo es mucho más sabio que mi mente. Durante años he estado desconectada de él, buscando respuestas en mi cabeza, en mis discursos internos, en mis voces. Pero mi cuerpo sabe la respuesta, casi de inmediato. Estoy aprendiendo a escucharlo, a confiar en él. No es fácil porque, a veces, tampoco lo entiendo. Siento que hablamos idiomas distintos, pero estoy aprendiendo su lenguaje, y esto me está dando sanación, libertad, paz y, sobre todo, amor.

Recientemente, experimenté un cuadro de cistitis, y al revisar su simbolismo, vi que está relacionado con:

  • Rabia o frustración reprimida en relación con el territorio o el espacio personal.
  • Sentirse invadida o no respetada en un ámbito íntimo o personal.
  • Conflictos de pareja o sexuales, especialmente cuando se ha cedido en algo que en realidad no se quería.
  • Dificultad para «soltar» emociones negativas, como resentimiento o culpa.

Al reflexionar sobre esto, me di cuenta de que llevaba días queriendo tomar algunas decisiones y poner límites en ciertas relaciones aquí en Langkawi. Había comunicado mi incomodidad, pero nada cambió. Había una persona en mi círculo con quien empecé a conectar y compartir, con quien me sentía bien… hasta que su comportamiento cambiaba de repente, sin motivo aparente, tornándose irrespetuoso.

Se lo hice saber. La primera vez, me dijo: «Tienes razón, lo siento». Pero luego la situación se repitió. Hablé de nuevo, pero me di cuenta de que las palabras sobraban. El problema no era la otra persona, era yo: no estaba comprometida con mi propio límite. Y justo después de saltarme mi propio límite, mi cuerpo reaccionó con la cistitis.

Un Límite Roto en la Discoteca

Otra experiencia reciente me hizo darme cuenta de lo fácil que es saltarme mis propios límites sin siquiera darme cuenta. Estaba bailando en una discoteca cuando un chico vino por la espalda y me tocó sin permiso. Me giré de inmediato y le dije en inglés: «¡No me toques!». Sabía que era español porque lo había escuchado hablar antes. Su reacción fue negar lo sucedido: «No, no te toqué». Entonces, decidí enfrentarlo directamente y le hablé en español: «Sé que eres español». En ese momento, su actitud cambió por completo. «¡Ala, eres española! No lo hubiera dicho nunca», respondió sorprendido, y la conversación giró hacia otro rumbo.

Sin darme cuenta, pasé de sentirme completamente incómoda con esa invasión de mi espacio a seguir hablando con él como si nada hubiera pasado. Reímos, conversamos… y mi límite se desvaneció. En el momento no me di ni cuenta. Salté mi propio límite sin pensarlo.

Esta situación me hizo reflexionar sobre cuántas veces suavizo o ignoro mis propios límites cuando el entorno cambia, cuando la conversación toma otro rumbo, cuando siento que «no es tan grave». Pero sí lo es, porque mi cuerpo ya me había dado la señal.

La Conexión entre los Límites y la Cistitis

Fue después de estos dos episodios—el de la persona en mi círculo y el del chico en la discoteca—cuando mi cuerpo reaccionó con la cistitis. Una señal clara de que algo dentro de mí estaba en conflicto, que había permitido situaciones que me incomodaban y que no me había respetado del todo.

La Libertad de Respetarme

Aceptar esto me ha liberado. Siento que me cuido, que me respeto. Mi cuerpo tiene mucho más claro que mi mente lo que es un sí y lo que es un no. Mis pensamientos recurrentes, mis voces internas, son las que me confunden, generando la sensación de estar perdida, de no saber qué escoger, de no saber por dónde seguir. Pero en realidad, sí lo sé. Muchas veces sí lo sé, pero no desde la mente, sino desde el cuerpo.

Es difícil cambiar las dinámicas de toda una vida, pero qué liberador está siendo.

Este viaje me está enseñando sobre muchos tipos de límites, no solo los relacionales. En este artículo comparto dos experiencias recientes que me llevaron a reflexionar sobre ellos, pero hay muchos otros aprendizajes que quizás comparta más adelante.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Comentarios (2)

Molt bona reflexió. Quan no som conseqüents amb els nostres límits el cos fa la seva pataleta, per recordar-te q així no.
Gran aprenentatge 😉

Responder

Bonica, gràcies per comentar!!! ❤️

Responder