Hay muchos motivos por los que decidí realizar un cambio de vida. Pero podría resumirlo a día de hoy en que, me sentía con incoherencia interna. No parecía que todo lo que hacía acompañas a lo que sentía.
Es importante remarcar que en ese momento mi vida principalmente era el trabajo.
¿Dónde me encontraba?
Me encontraba en un momento en el que de alguna manera había conseguido «todo» lo que me habían dicho que necesitaba para ser feliz.
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- Tener un buen trabajo estable
- Crecer en el ámbito profesional
- Conseguir tener un equipo propio
- Tener casa propia
- Incluso pareja
Por tanto de alguna manera era cubrir toda la parte económica con comodidad y esto me haría sentir feliz.
Llegado el punto de tener todo esto, aparte de que en mi vida personal estaban habiendo distintos acontecimientos que inestabilizaban mis emociones, yo estaba muy centrada en la parte profesional y en adquirir todo esto.
Momentos de incoherencia
Llegó un momento en que cuando abría los ojos por la mañana, mis primeros pensamientos estaban relacionados con el trabajo, pero desde un sentimiento de carga.
Una vocecita resonaba dentro de mí:
- Tienes que levantarte para ir a trabajar
- Qué pereza
- Pero debes hacerlo.
Era un discurso interno recurrente que tenía y lo que en otros momentos había sido pensamientos en los que había ilusión por nuevos proyectos, por el equipo, motivaciones personal y por la empresa, se convirtió en una obligación, en un esfuerzo, en un no gozar de la experiencia y es aquí cuando empecé a sentir que algo me pasaba, no podía ser mi camino si realmente no sentía esa felicidad que me habían dicho que debía tener una vez conseguidas ciertas cosas.
Me planteaba si era feliz y no tenía muy claro en ese momento lo que era la felicidad para mí, pero no podía ser lo que estaba viviendo. Además, ¿cómo podía motivar al equipo si yo no estaba motivada? ¿Cómo podía aportar lo que yo no tenía? Sin embargo me sorprende cómo tenía anuladas mis emociones para igualmente conseguir los objetivos profesionales.
Caos interno
Llegado este punto, dentro de mí se empezó a cocer muchas nuevas sensaciones, un montón de preguntas que no tenían respuesta, otras que tenían y no me gustaban y otras que me daban luz.
En todo este proceso hay que decir que hacía tiempo había empezado un proceso de crecimiento personal con una coach de acompañamiento evolutivo personal, donde me ha estado acompañando hasta el día de hoy. Debo reconocer que este acompañamiento me empoderó y ayudó en toda mi gestión emocional, en la incoherencia que he ido sintiendo y viviendo en los últimos años, y en surfear todos los obstáculos que he encontrado.
Detonante
Dicen que a veces para realizar cambios se necesita un detonante. Yo tuve ese detonante: Mi responsable sufrió un accidente, un accidente grave, un accidente que me afectó mucho personal y profesionalmente. Esto precipitó todos los cambios que llevaba tiempo meditando. Este accidente provocó que él estuviera ausente una temporada del trabajo y automáticamente asumiera yo sus responsabilidades. Debo decir, que desde mi punto de vista el cambio profesional no fue tan grande, ya que ya asumía muchas tareas que no me correspondían, pero sí la parte personal me pesó mucho.
Rendición
Después de unos días en los que yo iba recibiendo información de su estado a diario, me dieron la buena noticia de que había salido de la UCI. Esa noticia para mí fue luz, ilusión, esperanza, alegría…
Cuando el CEO me preguntó cómo estaba le comenté, y recuerdo que una de sus respuestas a ese suceso fue, ¿sabes si tiene el portátil para poder contestar e-mails?
Creo que fue ese preciso momento en el que me dije: Adriana no puedes seguir formando parte de una empresa tan poco humanizada.
Es aquí cuando me di cuenta de lo importante que es para mí la parte humana, a la que le había dado la espalda tanto tiempo. Es aquí cuando empecé a darme cuenta de que tenía muchos sentimientos reprimidos, invalidados, olvidados… Porque aunque llevaba mucho tiempo trabajando en reencontrarme con todos ellos, aprenderlos a sentir y gestionar, creo que ese momento me avivó algo dentro de mí que vi toda la incoherencia que estaba viviendo.
Es en este punto cuando sentí que no podía seguir ese camino, estaba sobrepasada, no podía gestionar el camino estructural que siempre había seguido:
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- Orientada a resultados
- Resolución de problemas
- Gestión del tiempo
- Planificación de recursos
- Definición de estrategias
- Organización
- Etc
Ya que me invadía sentimientos que me llevaban a otro estado totalmente diferente.
Tenía una lucha interna desde hacía mucho tiempo, que me provocaba toda esa sensación de incoherencia continua, pero en ese momento la lucha interna se decantó claramente hacia un lado. De alguna manera la lucha había terminado, me sentía que debía rendirme y que así era la única manera de ganar.
Me invadía la necesidad de cambiar de camino, de dejar el trabajo, no podía seguir, mi cuerpo físicamente no me lo permitía, hacía días que me avisaba, emocionalmente tampoco podía sostenerlo. Necesitaba parar, no sabía que haría, ni cómo lo haría, ni dónde me orientaría, ni cuál sería mi siguiente paso, pero tenía que parar, ese era el final de ese camino.
PARAR, parar me sanó.
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